Presentación, supongo.

La gente lucha a diario por querer ser mejor persona, por ser alguien nuevo, por gustar a todo el mundo y parecer ser perfectos. A veces la gente se olvida de ser quien es realmente, sólo por querer gustara los demás y querer cumplir esos cánones sociales de comportamiento que alguien creyó, son los buenos. No olvidemos que más de uno se viste con la ropa de cura ocultando tras los harapos la mismisima cara del diablo... De lo que no nos damos cuenta es de que cada vez que intentamos forzar una sonrisa o aceptar algo que realmente no queremos, estamos renunciando  y olvidando todo lo que hemos vivido, nuestro pasado, que es quien nos ha hecho tal y como somos; nos ha dado forma. Por esa misma razón el pasado nunca desaparece; es un libro viejo con cuentos y dibujos que, cuando eramos pequeños nos asustaban, y que ahora de mayores aparece cada vez que limpiamos el polvo, simplemente para recordarnos que sigue ahí, para recordarnos quienes somos y por qué estamos hoy aquí.  En el fondo no queremos tirar ese libro viejo con un olor único y dibujos variados... De pequeños nos daba miedo, nos asustaba, pero al crecer, nos dimos cuenta de que ¡menuda tontería! sólo son dibujos. Dibujos que forman parte de nuestra experiencia del crecer y que por ellos, hoy somos quienes somos, pensamos como pensamos y hacemos lo que hacemos. Pues eso pasa con nuestro pasado. Muchas veces queremos huir de él y pensar que algo no existío o que otras cosas deberían haber sido mejores, pero no, de vez en cuando nuestro pasado reaparece para recordarnos quién somos en todo momento. Es así de sencillo.